El equilibrio entre la fuerza y la velocidad

ImagenDe sobra son conocidos los requisitos físicos necesarios para ganar minutos en las carreras de montaña. No hablo de las horas de entrenamiento, que también constituyen un difícil obstáculo sobre todo para aquellos que no disponemos de mucho tiempo, sino de otro peaje no menos gravoso, el peso. Y es que para todos aquellos que nos gusta comer sin limitarnos y también mantener una buena constitución física basada en una correcta tonificación muscular, el hecho de tener que perder, como mínimo, tres o cuatro kilos para poder empezar a arañarle minutos al crono supone un esfuerzo que no es aceptable con facilidad.

ImagenNo hay más que mirar a los corredores que frecuentan los primeros puestos de las clasificaciones. No les sobra ni un gramo. Muchos llevan una alimentación estricta guiada por nutricionistas que, frecuentemente, bordea la frontera entre la anemia y el nivel mínimo necesario para contrarrestar tantas horas de entrenamiento. En otros casos, los deportistas sustituyen la alimentación obligatoria con suplementación puesto que ya se han hecho a la idea de que con alimentos naturales no son capaces de cubrir la demanda energética que el deporte le produce. En ambos casos es tal la obsesión con alcanzar el mínimo peso posible que, finalmente, los éxitos deportivos normalmente vienen dados en igual proporción que las miradas lastimosas de conocidos que, acostumbrados a verte con unos cuantos kilos de más, sollozan ante el cambio estético sufrido.

En mi opinión, y tras ver cómo perdí cuatro kilos respecto al peso actual mientras me preparaba el verano pasado para la Salomon 4 Trails, he de decir que dicho esfuerzo no me compensaría si se realiza de forma continua y conlleva una reducción permanente de la complexión física. Cosa distinta es que nos marquemos una meta bastante exigente que requiera perder masa muscular, pero que siempre tengamos presente que es un momento puntual en nuestras vidas pasado el cual, volveremos a intentar ganar esos kilos que perdimos. 

Precisamente este es uno de los factores que tuve más en cuenta este año a la hora de planificar la temporada. Después de un año como 2013 que requirió este tipo de sacrificios me he prometido que, por lo menos en 2014, voy a intentar permanecer en la barrera de los 70 kilos que ha sido siempre mi peso normal y en el que mejor me veo. Para ello, he intentado poner pruebas «cortas»  que no superen la distancia maratón y, en el  caso de que quiera arañar minutos lo haré siempre en distancias menos exigentes… Aunque dicho todo esto, no descarto hacer alguna ultra en 2015, pero eso ya es harina de otro costal…

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