Haciendo honor al título de este blog, el cual es bastante descriptivo de mi estilo de vida, he comenzado 2022 con la idea de afrontar una meta interesante, una meta que conlleve sacrificio pero que, a su vez, ofrezca un nivel de autorrealización personal de tal magnitud que compense todo ese sacrificio previo. Y para un triatleta amateur como yo creo que no existe una meta más desafiante que el Ironman, máxime viviendo en una isla como Lanzarote que alberga uno de los Ironman más carismáticos y más duros del mundo.
Sin embargo, mirar a los ojos a un Ironman y desafiarlo no es una decisión que se pueda tomar a la ligera, pues conlleva unos componentes intrínsecos que hay que ponderar para saber si realmente esta decisión va a traer a mi vida – y a la de los que me rodean – aportaciones positivas o negativas. Así pues, mi decisión ha sido no tomar una decisión definitiva, me explico … Usando un simil laboral, voy a hacerle al Ironman un contrato con un periodo de prueba de un mes, periodo en el cual tiene absoluta cabida el abandono del contrato sin indemnización alguna más allá del aumento lógico de mi estado de forma. Sin embargo, si se supera el periodo de prueba, el contrato se extenderá definitivamente hasta el 21 de mayo.
Por tanto, se trata de una decisión parcial, pero no por ello menos importante, pues trae consigo el arranque – que siempre supone la más complicada fase del proceso – de un proyecto ilusionante, o lo que es lo mismo, poner la primera piedra en la ardua construcción de una meta que ya llevaba un tiempo transitando por mis pensamientos pero que nunca me había atrevido a plantear seriamente y que posiblemente supone el objetivo más ambicioso de mi no muy larga vida deportiva. Soy consciente que esta decisión me va a suponer – que no robar pues no se puede hablar de robo cuando obtienes un aporte – una amplia inversión de mi tiempo personal, el cual voy a tener que robar (ahora sí) al tiempo de ordinario de sueño o de otras actividades, y una alteración del «timing» familiar teniendo en cuenta el status de «numerosa» de la hermosa familia que tengo.
Pero, por otro lado, se trata de un desafío de una hermosura incalculable. Sí, difícil de explicar a alguien que no esté dentro de este «mundillo», porque sólo alguien que se haya visto inmerso en los deportes de resistencia puede llegar a entender la satisfacción física y mental que produce afrontar una meta de estas características. Y, lógicamente, no hablo sólo del día de la prueba, sino de los meses de preparación en los que el deportista va experimentando una transformación física en su cuerpo que le permite llegar al día de la prueba en condiciones de terminarla. Hablo de la sensación de autosatisfacción con la que se termina cada entreno – sobre todo si no te has lesionado en el mismo – y que te permite ver cada vez más cerca el objetivo final.
En conclusión, que estoy ante una de las decisiones más importantes de mi vida deportiva pues se adentra de lleno en mi vida personal, pero he alcanzado una fase de la vida en que cobra especial relevancia la famosa frase de Horacio que decía “Carpe diem, quam minimim credula postero”, que podemos traducir como: “Aprovecha el día de hoy; confía lo menos posible en el mañana”. Dentro de un mes, la decisión definitiva!!